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viernes, 28 de enero de 2011

REFLEXIONANDO CON ERNESTO ALONSO FLORES

LA EDUCACIÓN

Desde que nacemos y hasta que se nos termina la vida nos estamos educando.

Qué es el aprendizaje, sino la educación; y la educación, sino el aprendizaje. Educación, que en todos los momentos de nuestra vida elegimos para que sea buena o mala. La mayoría de nosotros crecemos con la idea que la educación sólo se imparte en un aula escolar y no. ¡Claro que no! Sin lugar a dudas esta parte de la educación es muy importante, pero se complementa con la educación moral y social, estando interrelacionadas entre sí y siendo complemento una de la otra. ¿Cómo podríamos definir entonces la palabra educación?....Para mí como el conjunto de conocimientos adquiridos en nuestro diario vivir y que pueden ser buenos o malos.

Iniciemos entonces con la educación escolar, que normalmente es la que se ve como la más importante. La que le preocupa en mayor escala a todos los papás. Este tipo de educación nos enseña a desarrollarnos dentro de una sociedad, capacitándonos para leer, escribir, sumar, restar, multiplicar, dividir, etc. Todos esos conocimientos técnicos y pedagógicos que nos dan el pase a la superación personal, iniciando con el preescolar y terminando en la universidad, cuando la persona obtiene el título profesional; hay quien después continúan especializándose en las ramas que abarca su profesión, tomando diplomados y cursos constantemente. Pero también hay demasiados casos de jóvenes, adolescentes, incluso adultos (porque nunca es tarde) que no continúan con su preparación académica y sólo terminan la primaria, secundaria o preparatoria. La mayoría de ellos porque quedan atrapados en la rutina de la vida, esa rutina que tanto nos absorbe y que tanto mal nos hace.

Hoy por hoy, sin duda, la educación escolar o académica es a la que la mayoría de nosotros le ponemos mayor atención. Quizá porque sea la que en un futuro nos abrirá las puertas de algún empleo o nos dará la seguridad personal de un certificado. Y qué bueno, porque es precisamente para esto para lo que se debe estudiar; para prepararse, graduarse y después desempeñar una profesión que realmente se quiera y se profese de corazón.

Tal vez la mayoría de nosotros ya habremos terminado nuestros estudios, quizá continuemos en ellos. Quizá no. No lo sé. Pero lo que sí debemos saber es cuál es la condición actual de la educación escolar de nuestros hijos y hermanos menores, pues considero que con la experiencia que nos ha dado la vida es muy importante asegurarnos que sea la adecuada.
Preguntémonos entonces: ¿Nos preocupamos y ocupamos de su educación escolar? ¿Estamos seguros que reciben a diario la mejor educación? Te preguntarás, ¿Por qué pregunto todo esto? Pues porque hoy en día en esta sociedad tan AVANZADA….

***Es muy común ver maestros que imparten clases sin tener titulo profesional, mucho menos la preparación necesaria.

***Hay tantas instituciones educativas de tan baja calidad que solo por su gran campaña publicitaria se hacen de clientes.

***Hoy en día son tantas las reglas que imponen los propios maestros a sus alumnos que parece más una guerra de egos, que la preocupación sincera de impartir una muy buena clase.

***Son tantas las ocasiones en que los maestros no acuden a la escuela, pero envían a un familiar o conocido a que sólo cuiden el grupo… ¿Y la educación?

En fin, existen tantos ejemplos que pudiera mencionar con respecto a la condición actual de la educación escolar; que realmente todos deberíamos ocuparnos y no solo preocuparnos, exigiendo lo que por ley debe ser. Porque si todo esto sucede es por que los padres de familia o tutores lo permitimos. No quiero dejar de mencionar la contraparte, es decir las instituciones educativas y los maestros que realmente cumplen con su misión. La educación escolar dada su importancia, debería ser revisada muy a fondo, para que nuestros hijos o hermanos se preparen de la mejor manera y estemos formando así una sociedad mejor.

Pero si la educación escolar es muy importante, más importante resulta la educación moral y social. ¡Imagínense a un profesional sin principios! Suena mal… ¿Verdad?... ¡Pues hay muchos! Es por esto que la educación moral debería ser resaltada y certificada, para que se mostrara en la hoja de vida como nuestra carta de presentación. La educación moral se imparte principalmente en la familia, todo ese conjunto de valores y principios como: el amor, respeto, honestidad, confianza, disciplina…etc. Conforman las clases gratuitas que papá y mamá nos dan a diario mientras vivimos con ellos. Y que siempre vienen acompañadas con el ejemplo. Pero, ¿Realmente se imparten esas clases?.... ¿Realmente el ejemplo confirma las palabras?.... Y aquí si, la calificación depende de nosotros, no del maestro. Pues con nuestro desempeño en la sociedad estamos evaluándonos diariamente. Es aquí donde entra la educación social; es decir, todo lo que nos rodea y que forma parte de nuestra vida diaria (amigos, vecinos, maestros, medios de comunicación, tecnología, etc.) de donde consciente o inconscientemente nos estamos educando.

Encerrada en el marco de la educación escolar, moral y social se encuentra la educación sexual, la cual funge y fungirá por siempre un papel muy importante en nuestra vida; y se encuentra bajo ese marco porque es allí donde se aprende la mayor parte de ella, considerando que los más indicados siempre para educar sexualmente a los hijos son los padres de familia, ayudados si es necesario por los profesionales.

Continuamos vivos y seguimos aprendiendo, pero propongámonos a partir de hoy entrelazar los tres canales educativos; escolar, moral y social. Haciéndolo de tal modo que rechacemos todos aquellos conocimientos negativos, para que nuestra educación únicamente sea buena y vaya disminuyendo del mundo la mala. A partir de hoy, hay que ocuparnos más a conciencia por nuestra educación y pensar que nunca es tarde para recomenzar, pues aunque muchos ya no tenemos los 12 años que quisiéramos; tenemos la experiencia mayor, que es la que nos ha dado la vida. Así que si lo deseamos, podemos complementarla con el ingreso a un curso intensivo o a uno de los programas educativos que existen. En fin, formas de aprender hay muchas y lo más importante es que están a nuestro alcance; no hay pretextos que valgan la pena para no hacerlo; depende de nuestro interés incluirlo en la lista de objetivos a corto o mediano plazo. Este tipo de metas bien que valen la pena, porque nos ayudan a crecer intelectual, familiar y socialmente. Y tampoco hay pretexto para la edad. La preparación constante es una actividad a la cual deberíamos someternos todos y durante toda la vida.

Ojalá en un futuro no muy lejano nos graduáramos con una muy buena calificación en educación moral, social y escolar. ¡Sí, en ése orden!
 
Ernesto Alonso Flores.

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