Cuento historias desde que no tengo uso de razón. Mi madre me parió con ese vicio. Para mi infortunio, incluido en el lote genético junto al vicio, venía un defecto: el despiste. Por su culpa, pasé los primero años de mi vida ocupadísima en tres cosas: mirar la tele, reescribir a mi gusto las historias que veía y enfadarme con todos los guionistas que osaban llevarme la contraria.
Tuvieron que ser la hipérbole y mi profesora de lengua castellana en el colegio, quienes me mostrasen, cual ángeles anunciadores, que tenía cierto talento para los menesteres literarios. Para entonces, ya andaba en la adolescencia y sentía que la única manera de superar la incomprensión, era escribir poesías trágicas y desgarradas, que para mi inmensa fortuna, jamás vieron la luz. Y así, de poesía en poesía, llegué a la universidad. Allí comencé a tomar talleres sobre cómo adaptar una obra literaria a un guión cinematográfico y dí mi primer pasito: publicar, bajo seudónimo, uno de mis poemas en El Gallo, el periódico de la universidad.
Pero fue tras licenciarme en Derecho, cuando mi vida se entrelazó definitivamente con las letras. Comencé por escribir en un blog: La Edad de la Tierra. Y meses más tarde, me gradué del II Taller Telemundo Escritores: Ficción para TV y Medios Digitales. Luego continué escribiendo cuentos de hadas para niños. El interés por la infancia, me impulsó en 2010, a tomar un curso de guión para niños y jóvenes en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños. Entre medias, trabajé como ponente en las II Jornadas Audiovisuales del I.E.S. Ángel de Saavedra en Córdoba, escribí dos escenas para el Taller Telemundo Actores y varios cortometrajes.
Actualmente, ejerzo como corresponsal en España para el Observatorio de la Asociación de Productores de Cine para la Infancia (APCI) y escribo en mi blog “La Edad de la Tierra 2”.
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